C


 Cuidadosamente continúo siguiendo el camino que me ha sido concedido para andar y, creyendo que esto es cierto, me pregunto de dónde provendrá esta certeza que me invita a creer que, primeramente, existo; y en seguida todas sus consecuencias: Que camino, evoluciono: soy posiblemente perceptible. En resumen, que soy algo y no nada. La ilusión más persistente resulta ser la existencia de este discurso.  Si el discurso existe es porque yo existo también, -a su lado, por encima alrededor y por debajo de éste, asimismo-, mas nada garantiza con certeza que esta experiencia existe más allá de este instante brevemente perceptible; sin duda alguna inalcanzable, quizás solamente en la imaginación de algún ser más amplio, más complejo, menos atado a estos significados que yo.  Y este ser que me imagina, ¿a su vez, estaría siendo también una ilusión en algún otro plano, aún más inaccesible que aquél? ¿Puede ser posible que este universo no sea más que un círculo cerrado de imaginaciones que se unen y traslapan por encima por debajo y de regreso a su principio? ¿Será posible que A imagine a B, imaginando a C, imaginando a su vez a A? Todo tiene el potencial de ser imaginario dentro de tal ecuación y, a su vez, dentro de los confines que el experimento se autoimpone, resulta ser cierto; real; tan cierto como el hecho de que aquí existo, extendiéndome por entre las propias líneas y puntos que me componen; contando, creyendo, creando un otro mundo posible dentro de los propios límites del espacio que me contiene. Y así, paradoja reencontrada, soy y no soy simultáneamente una ilusión en potencia, creyendo crear a su vez otras ilusiones con el uso de las pocas herramientas que me han sido dadas: los trazos, las letras, las palabras que al mismo tiempo ofrecen consuelo y ansia; categorías que siempre podrán volver a acomodarse en un orden distinto para significar e intentar transmitir algo más. Por mi parte, siendo pertinaz, continúo colocando cada una de las palabras en un orden particular y potencialmente único, con el único objetivo de persistir. O, ¿debería de buscar algo más? ¿Qué es lo que debería perseguir, sino estas frases que se alargan a lo largo del espacio disponible, ofreciendo una y todas las posibles interpretaciones que circulan dentro de esta realidad concreta que también puede conocerse como la composición? La composición concebida como el medio y como el resultado: la composición siendo la forma y el fondo que adquiere el texto. La composición como otra excusa para continuar existiendo, sea o no ilusoria esta existencia; sea o no perceptible o percibida por algo, alguien compartiendo este espacio posible aquí, ahora, conmigo; insertando nuevamente otras frases, otros pretextos que servirían de base para continuar componiendo, sean estas canciones, cuentos o cuentas, tenga el mundo la forma que tenga, sea esto solamente la repetición de formas conocidas de ideas exploradas y reexpresadas una vez más, con las mismas palabras y sin ellas, permitiendo que la creación misma sea sólo eso: Una creación abierta a recrearse, como una pregunta elaborada con las mismas frases, justo después de haberse obtenido su respuesta. Así yo, pertinaz, soy incapaz de detenerme; y tampoco puedo ni pretendo hacerlo.  Es por ello que sólo aspiro a brevísimos instantes de silencio: pausas momentáneas todas ellas reafirmando que el discurso, la composición, sólo aparenta concluir.