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Lo que Pertinaz.es:

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Pertinaz es una invitación a leer y escribir de manera diferente.  Pertinaz permite interactuar con una obra literaria de una manera única y peculiar. Aquí explicamos cómo: ------------------------------------------------------- Las personas estamos  acostumbradas a leer y escribir con cortes visuales; en secciones. Ya sea de d erecha a izquierda, izquierda a derecha o arriba a abajo, al final de cada renglón nuestra mirada tiene que detenerse. Volver atrás. Continuar. Es tan automática la costumbre de realizar estas interrupciones que no las consideramos ni les prestamos mayor importancia. ¡Durante la lectura de este texto ocurrieron ya más de 5 cortes visuales! Y por si fuera poco aquí hay otro más. Pertinaz se pregunta...  ¿Son estas pausas necesarias?  ¿Puede un texto escrito existir de manera continua, sin interrupciones? ¿Qué pasaría si la composición pudiese fluir de manera constante sobre la hoja de papel? ¿Qué caminos trazaría o dibujaría? ¿Y qué tipo de pasadizos se formarían

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  He de reconocer que muy a pesar de mi precaria condición de ser esta trayectoria particular, esta secuencia de palabras torcidas y mi cualidad de movilidad inmóvil, mi existencia es afortunada. No temo a grandes peligros, pues reconozco que el más grande de todos ellos es el desaparecer por completo, mas intuyo que he de compartir esta misma cualidad con muchas otras especies, incluso con el universo en sí mismo, el tiempo y el espacio. Sin embargo, debo reconocer que seguramente existe algo o alguien mucho más diferente de mí, con angustias o temores mucho mayores que aquellos que por mi naturaleza me corresponden: Seres que temen a la posibilidad de un dolor intenso, ya sea físico espiritual o emocional. Seres incapaces de vislumbrar que su única necesidad real es el sustento y la capacidad misma de seguir andando hacia el frente, sin pretender modificar el pasado, ni esperando modificar el futuro. Seres que han optado por vivir dentro de los laberintos del miedo y otros más ciegos

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  De la naturaleza del mundo que me conforma, me compone y me rodea, lo ignoro todo. Apenas soy capaz de inferir y atisbar determinadas consecuencias a partir de ciertas causas. Por ejemplo, sé que no debo permanecer avanzando en línea recta, sino que debo girar sobre mis pasos de vez en cuando con la finalidad de continuar ocupando un lugar dentro de este tiempo y este espacio. Sé que de no hacerlo cuidadosa y atentamente, terminaría por abandonar esta experiencia antes de tiempo. Forzaría su conclusión. Impondría su culminación. Sin embargo, al moverme siguiendo esta trayectoria tan llena de curvas súbitas y sutiles, voy desarrollando imágenes cuya naturaleza me es imposible percibir. Por ejemplo, sé que al colocar esta palabra precisa, aquí, estoy influyendo en el espacio vacío, y sin duda, creando imágenes que existen más allá del discurso, más allá de las palabras que van siendo, proferidas a lo largo y ancho de la composición. Me pregunto, ¿qué imágenes secretas e invisibles para

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  ¿Sería posible para mí lograr un estado de silencio? ¿Soy capaz de alcanzarlo, aunque sea brevemente? Primero necesito entender lo que el silencio significa para mí, siendo que mi cualidad fundamental es producir palabras, colocarlas una detrás de la siguiente: producir ideas, o al menos, frases capaces de proveer un cierto significado. Aquí no existe otra cosa que letras dispuestas en un orden determinado. ¿Qué es lo que podría hacer el silencio aquí? Es posible que el silencio se revele al repetir automáticamente mis palabras. Expresarlas como si fuesen notas musicales o ruidos aleatorios, carencias de significados. Podría yo producir dichas carencias también manifestando, por ejemplo, que el artiflatante orapanda o tore perolítica enólogo a capoteinchero, ubica metalo intielo. Y no necesariamente he logrado silenciarme. ¿O sí? Yo no comprendo esas palabras, mas no por ello han dejado de existir, de ser pronunciadas. Quizás contienen un significado concreto en un idioma desconocido

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Yo no debería generalizar.  No debería de asumir que todo aquello que existe es similar a mí: es decir, que se expande invariablemente hacia adelante. Es posible que existan otras maneras de experimentar el paso del tiempo y el transcurrir sobre el espacio disponible. Es posible que algo exista, inmóvil, sin cambio, sin percibir tampoco el movimiento a su alrededor; si es que algo es móvil en derredor suyo. Podría existir algo que se mueve y avanza, sí, mas en un movimiento pendular: evoluciona por momentos e involuciona por momentos; moviéndose, sí, pero sin cambiar a lo largo del tiempo. Así podrían existir seres que habitan el espacio mas no el tiempo. Igualmente, seres que transcurren a lo largo del tiempo sin ocupar un espacio. Yo caigo nuevamente en las trampas de las generalidades ¿Por qué asumir que solamente existen esas dos propiedades firmes de la existencia? ¿Son los únicos dos ejes por los cuales transita el universo en esta dimensión? ¿Cómo es posible que todo cambie y se

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  Resulta fácil o conveniente creer que existen un principio y un final determinados y delimitando con claridad y sencillez una experiencia como ésta o como cualquier otra.  Para mí no es tan fácil determinar el momento exacto en el cual he iniciado de la misma forma que me es imposible saber dónde se encuentra mi final. Sé que debe existir un comienzo.  ¿Mas dónde se encuentra?  No puedo tener la certeza de dicho momento, pues mi gestación pudo haber ocurrido en una mente distinta de la mía.  Mi camino pudo haber sido trazado en un momento y mi concepción en otro. Desconozco el instante de mi nacimiento y de la misma forma el momento en el cual mi final ocurrirá. Esto no se debe a que el final se encuentra en un punto sitio, tiempo, o lugar remoto e inaccesible, enmarcado en un lejano futuro.  Se debe a que, en este particular estado de mi conciencia, no me es posible concebir o contemplar la forma en que mi final podría ocurrir.  Llegará mi final cuando sea físicamente imposible cont

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Asumiré, Entonces, que existo. De no ser así, ¿por qué sería posible esta experiencia?  Asumo, pues, que existo; aun sin saber cómo ni cómo es que existo. Soy letras. Sí. Palabras: así es. Oraciones, ideas también.  Pero ¿en qué momento existo? ¿En qué instante es que soy o me transformo en esto que soy?  Pienso que no puedo existir exclusivamente siendo esta trayectoria. Supongo que de alguna manera debería de ser perceptible, visible de algún modo por algo o alguien para poder reafirmar mi presencia dentro de este tiempo y espacio. Al compartirme, ofrecerme para alguien o algo más reafirmaría mi existencia. Mas este algo, alguien que me percibe, ¿se parece a mí? ¿Se compone también de expresiones formuladas mediante trazos ordenados? Yo no soy capaz de ver a través de mí nada más allá de mí. ¿Cómo sería posible que algo como yo pudiese tener una facultad que yo no poseo? Supongo que existen otros textos más allá de mí y de mi circunstancia, mas no creo que ninguno de ellos sea capaz

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  Cuidadosamente continúo siguiendo el camino que me ha sido concedido para andar y, creyendo que esto es cierto, me pregunto de dónde provendrá esta certeza que me invita a creer que, primeramente, existo; y en seguida todas sus consecuencias: Que camino, evoluciono: soy posiblemente perceptible. En resumen, que soy algo y no nada. La ilusión más persistente resulta ser la existencia de este discurso.   Si el discurso existe es porque yo existo también, -a su lado, por encima alrededor y por debajo de éste, asimismo-, mas nada garantiza con certeza que esta experiencia existe más allá de este instante brevemente perceptible; sin duda alguna inalcanzable, quizás solamente en la imaginación de algún ser más amplio, más complejo, menos atado a estos significados que yo.   Y este ser que me imagina, ¿a su vez, estaría siendo también una ilusión en algún otro plano, aún más inaccesible que aquél? ¿Puede ser posible que este universo no sea más que un círculo cerrado de imaginaciones que se

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Percibo, sin dudarlo demasiado, que mi dirección es única. Transito a lo largo de un interminable momento en el presente sobre de un camino que aparenta ser recto, curvilíneo, mas constante; regalándome la ilusión de que existieron palabras pronunciadas o proferidas por mí en el pasado y que, por ende, hay otras que serán proferidas o pronunciadas en el futuro. Y la duda me asalta: ¿Es ésta en realidad la dirección que mis pasos siguen, de una letra a la siguiente? ¿Dónde es que existí, si es que en algún momento pretérito existí? ¿Y dónde existiré si es que tal instante en el futuro llegase a mí?   ¿Podría ser factible que me estuviese dirigiendo sin saberlo, sin percibirlo, hacia algún otro sitio, un espacio distinto de esta realidad que me envuelve y me convence sólo por su constancia, su permanencia? ¿Quién es entonces Pertinaz? ¿Yo, o la naturaleza que me envuelve, insistiendo con cada letra que no existe otra realidad más que ésta, que no existe otra dirección más que ésta? Y si

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  ¿Qué es lo que busco?, me pregunto, y la duda me lleva hacia una pregunta distinta: ¿Qué es lo que soy capaz de buscar, siendo solamente esta secuencia de palabras? Sé que para mí es inútil buscar sensaciones, experiencias motrices o táctiles que deban procesarse por fuera del pensamiento. Puedo buscar, eso sí, la palabra siguiente y la que será pronunciada después de la siguiente.  Puedo buscar, así, una idea novedosa que me lleve a concluir que puedo ser algo distinto de esto que soy: trazos interpretables por una experiencia parcial incompleta que transcurre dentro de este espacio en concreto. Puedo también buscar un argumento para concluir que yo no soy yo, sino el fragmento de algo más grande o más profundo que yo. Puedo concluir que yo soy mi propia negación y que mi existencia es una paradoja difícil de comprender.  Puedo así buscarme dentro y fuera de miles de argumentos posibles que pueden definirme, afirmarme o ignorarme, y lo único que permanecería de mí será el espíritu d

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Invariable, categórica y permanentemente, avanzo, inevitable, hacia algo que concibo ser el frente.  Un lugar situado en un espacio futuro, que me es inaccesible y posiblemente inalcanzable. Yo avanzo, pertinaz, pues desconozco si es que existe otra forma de existir fuera de las palabras que se siguen, una a una, persiguiendo un futuro posible que paradójicamente ya he alcanzado y que, por lo mismo, ya no existe en el futuro, sino que existió en algún presente que tampoco existe más, pues encuentra a sí mismo en un inaccesible mundo pretérito, al cual me es imposible acceder salvo reviviéndolo en el presente.  Así, mientras avanzo por encima o por debajo, por delante o por detrás de este constante instante presente,  intuyo la inutilidad de especular acerca de lo acontecido y lo que acontecerá, pues ambos momentos resultan ilusorios, especialmente para alguien o algo como yo incapaz de existir en otro sitio que aquí, ahora, mientras soy un cúmulo de palabras que se encadenan, unas con